Amo
la antropología porque no estoy a gusto ni conmigo ni con la
sociedad en la que vivo (Clyde Kluck Hohn).
Pero aún más.
La
estudio porque veo incoherencias en cada discurso político, en cada
dato económico,
en cada insulto racista del hombre del metro.
Porque no odiáis a los inmigrantes, sino al pobre que veis en ellos; a
su sombra que os persigue por los callejones del capitalismo.
Me
apasiona la antropología porque me hace buscar ansiosamente lo que
en muchas ocasiones es tan sólo un dato o una frase que da sentido
a toda la anterior investigación.
Porque me produce fuertes diálogos
conmigo mismo, antes de explicar a los demás nada.
Porque el hombre ya no
quiere tener frío en invierno ni calor en verano, no quiere mojarse
con la lluvia, ni sentirse enfermo, ni sentir miedo, ni asombro, ni
pensar en el otro – y ya puestos ni en sí mismo-.
Porque los
medicamentos nos salvan pero nos condenan al siguiente aún más
potente y más caro.
Porque el mundo es complejo pero perviven las
más sencillas hermosuras.
Porque
<<lo civilizado>> pervive con <<lo caótico>>
de una forma tan natural que sólo el hombre puede hacerlo.
Porque
aunque cada vez menos, siempre hay una sociedad que te sorprende, y
revoluciona lo que pensabas.
Porque entender al enemigo es terminar
de dibujar tu propio reflejo y, como escribió Orson Scott Card,
cuando lo entiendes bien, entonces es cuando lo amas...y lo
destruyes.
Porque la vida es una tragedia anunciada por visionarios afónicos y de actores
cobardes, y desde hace siglos nadie alza la voz si alguien no muere primero.
La
amo porque existió Siddharta, Gandhi, Jesús, los mineros de
Asturias, Maimónides, Rousseau, Goya, Lao Tzé, Machado, el
estudiante de Tiananmen y el caballo andaluz.
Porque el hombre
necesita estudiarlos y recordarlos, también a Hitler y al IRA.
Porque siempre hubo parias que ensuciaran el cuadro del pintor del
rey y humillaran su necedad con coraje, pero aún así gracias a
ellos tenemos el Taj Mahal. Porque jamás hay respuestas absolutas,
más que en la profundidad del conocimiento, jamás en la superficie.
Porque me enseña que sin empatía y misericordia jamás entenderás
nada. Porque da sentido al sinsentido de forma clara y evidente;
porque es el ejercicio de arrepentimiento del poderoso, cuando ve su
mano manchada de sangre y el sufrimiento que ha causado, intentando
repararlo demasiado tarde....dando así prolongación a la tragedia
humana.
A Javi
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