Acabo de leer un artículo en Le
Monde Diplomatique del mes pasado, de Mona Chollet. Trata sobre una tendencia
en EEUU que lleva a la gente a adoptar como forma de vida las Tiny Houses, traducido
aquí como <<casas diminutas>>, hablamos de casas a partir de 9
metros cuadrados hasta 30. La mayoría conocemos estos inmuebles baratos que
vemos en España, cuando somos jóvenes y alquilamos estos pisos para ahorrar.
Sin embargo esta tendencia fagocita en EEUU a unidades familiares.
Como señala el artículo, están de
moda ya que uno de sus más fervientes, Jay Shafer las presenta como el paso
previo a la realización de sus sueños: “no dan trabajo, no salen caras,es justo
lo que necesito”, pensando así redirigir sus ingresos hacia otra parte. Estas
casas, normalmente montadas sobre ruedas para evitar la legislación vigente
sobre las viviendas en EEUU y con la mayoría de mobiliario desmontable, se
aparecen ante los golpeados por la crisis –la gran mayoría- como solución a sus
problemas. Y, sería así si fuéramos capaces de pensarnos dos veces qué
significa esto y hasta cuánto tiempo.
Para un hombre que dice nacer en
una casa de 340 metros cuadrados, debe ser todo un valor admirable poder vivir
en 10 metros cuadrados. Es cierto que en una sociedad de excesos la sobriedad
es importante y una ventaja, pero no todos hemos conocido una casa donde no se
usen las estancias…
Aparte de los motivos que Chollet
propone por los cuales los expertos se horrorizan de esto, está el factor
político-emocional, y no hay mejor forma que las propias palabras del
articulista: “Cuando Shafer declara que una microcasa presenta la ventaja de no
devorar todos sus ingresos, se rinde ante el actual coste de la vivienda en
Estados Unidos. Lo convierte en una especie de ley natural (…) cuando se trata
de un dato coyuntural que resulta de un conjunto de decisiones humanas, de una
relación de fuerzas políticas”-explica antes de desarrollar el timeline de la
crisis financiera. ¿Dónde está ese estadounidense orgulloso e independiente que
se enfrenta a todo? Pocos años después, lo vemos viviendo cómodamente en una
casa bastante más grande y matizando esas palabras.
Escribo esto, para avisar de mi
convencimiento de que ésta moda podrá seguramente venir a España dentro de
veinte años, y no como una serie de pisos-estudio como los de ahora, para
parejas universitarias, sino como poblaciones de chabolas de lujo. Al fin y al
cabo, los jóvenes españoles tenemos
“mucho espíritu aventurero”….y como ciertos “tertulianos” comentaron en la
sexta, “Si alguien quiere trabajar con un contrato basura, ¿cómo vamos a
negárselo? Tiene derecho a trabajar ¿no?”. Con ésta clase de aseveraciones, los
que creemos en la dignidad del hombre estamos de derrota. Esto es, cuando
aceptamos el garrotazo en la espalda en lugar de agarrar estos problemas, “de
decisión humana, COYUNTURALES” por el cuello y hacerlos retroceder.
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